Despedida de dos hijos a su padre.... (En memoria de Norman Alzate Cano, al fin te pueden decir adiós)

Papá querido

Cuando el mundo nos trajo, cuando tu respiración junto a la de mamá nos hizo, cuando toda la naturaleza de este mundo nos abrazó, en ese instante, tu sonrisa fue el sol que alumbró nuestros primeros pasos, y que alumbrará los últimos, junto a ella comprendimos la dureza del suelo y de la vida, con ella nos hicimos grandes y pequeños, aprendimos a sentir el olor de las plantas, a escuchar la canción del árbol, a palpar la arena que ungía nuestros ojos…
¿Recuerdas los momentos de aventura y felicidad en la que nos enseñabas el nombre de ese gran pájaro de oriente, o cuando descubrías un nuevo acorde en el parque de la ciudad; recuerdas todos esos días en que nos abrazabas y nos mostrabas la imaginación hecha música, cuando de la mano caminabas con pasos fuertes y felices para que nos sorprendiéramos tanto como tu de lo maravilloso que es existir; recuerdas esas caminadas largas que a nuestras cortas piernas parecían llevar al fin del mundo; recuerdas cuando a través de palabras nos enseñaste el camino para ser felices sin depender de otros, cuando nos animabas porque las sumas eran terribles y solo restaban; recuerdas en las noches frías donde las sombras se adueñaban del corazón como nos recordabas del calor que nos contenía, como éramos luz, como el frío pasaría y nuestros sentimientos intactos haría un amanecer mejor?
Nosotros lo recordamos todo… son la luz de un mundo que se hizo un poco más frío sin ti, entonces, para no rendirnos ante los abismos de tu soledad nos aferramos a las sensaciones de tu contacto, a la forma de tus palabras, a los olores que aún te contienen. Muchas veces nos quedamos sin aliento y sin fuerzas, el corazón se nos puso duro, miramos la vida con brillo, pero, con dolor; por ratos todo pesó tanto que quisimos no sentir nunca más, y tal vez, olvidar ese primer aliento que nos diste; soplo de vida, por el cual, somos espíritus llenos de tu magia, de las plantas a las que les diste vida, de la naturaleza que nunca ha dejado de abrazarte y que con gentileza ahora nos deja entregarte libremente a ella, por el cual, ahora podemos sonreír, amar, llorar, querer, dejar ir, por el cual, somos lo que somos y nada más.
Siempre en tus ojos encontramos la fuerza que nos faltaba, aún cuando caías el brillo de tu fuerza nos ayudaba a levantarte, cuando alguna raíz devoradora intentaba asirte nosotros luchábamos contra ella junto a tus enseñanzas… La pureza de tu corazón hizo que las partes oscuras de la naturaleza no sembraran sus raíces en nosotros, pudimos fluir como el agua de los ríos que cruzaste, pudimos comprender tu bondad y amor por este mundo lleno de vida que nosotros como humanos queremos comprender, pero que, es él quien silenciosamente nos comprende y con estoica posición espera nuestra conciencia, espera que nos comprendamos, sin embargo, tú comprendías y escuchabas con atención el canto del universo… Nos enseñaste a cantar una canción que solo tu corazón contenía, y ahora, somos los acordes de esa canción. Gracias por hacernos canción, árbol, pájaro, millas recorridas, lealtad y bondad.
Las palabras no reemplazan todos los abrazos que nos faltó darnos, todas las alegrías que faltó que compartiéramos, todos los dolores que aún devienen, sin embargo, con ellas te decimos que aún en las paredes del abismo nunca te hemos dejado y que sentimos cómo tú nunca nos dejaste… Gracias por esta vida que sin ti no hubiera sido… Cada gota de savia sobre nuestra tierra nos lleva hacia ti y cada sonrisa sincera nuestra es tu vida que nunca dejará de ser… Papá somos tú y tú eres el árbol, la flor, la lluvia, la abeja y el pájaro… Eres y ya nunca dejarás de ser.



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