Espacios habitados que nos contienen, y que en un doble movimiento, son contenidos por nosotros; sensores sensibles que nos interconectamos, a través, del tacto, la vista, el olfato, el gusto, la intuición, la imaginación y la razón [1] … Primero el tacto, luego, el sonido… o… tal vez primero la vista, luego, la imaginación. Todas las sensaciones de la existencia recreadas en el instante de la pintura y el espacio de la danza, junto a ellas, también, los sueños, y más allá, todo lo que se intenta decir, comprender, asir; la memoria fuerte y constante como los elefantes, a la vez, de una belleza corrompida, al igual que, los cisnes ahora grises antes blancos. Reflejo de lo que somos, lo que hemos sido, lo que seremos, los cuerpos a los que nos hemos entregado, las ideas que se han amado, las razones que nos han defendido, sin embargo aunque nuestra imagen se encuentra intacta, las reflexiones (reflejos) nos muestran cómo aquello que percibimos nos escapa, es decir, nos escapamos