El Sí que todos necesitamos


Todo lo que nos fue arrebatado- a ti y a nosotros- todo está compuesto por polvo de estrellas, y ahora, tú te confundes con ellas y brillas en nuestros cielos… Hoy el presente eres tú y nosotros por siempre...Hoy no se nos escapa ese último contacto físico, esa confirmación  de que ahora eres sol, luna, aire, fuego, …,cada planta a la que diste suelo, cada gota de agua que te tocó… Somos tus semillas y tus huellas, somos tú en cada respiración y en cada sueño que habita en nuestros espíritus.


Hace treinta años- cuando por primera vez toqué esta tierra- la muerte y el dolor corría por la vida de aquellos que me dieron vida, cada día un gran amigo moría y la desesperanza tejía los días y las noches,  el amor se veía traicionado en los ojos del otro y todos los cuerpos parecían escindirse en las ráfagas del viento; la vida siguió, sin embargo, la muerte nos visitaba en todos los rincones, la balas no paraban y las ideologías jugaban con nuestros sueños; los espacios discurrían a través del dolor y aquellos a quienes amábamos morían por sus ideas o perdían la fe en la existencia y se marchaban por su fuerza misma hacia ese otro espacio que todos desconocemos; espacios de país con luchas no solo políticas, sino también, económicas donde las armas se unieron a ciertos medios de producción y el valor del papel moneda tomó más preponderancia que la vida del otro, todo se hizo intercambiable y las transacciones muchas veces fueron-son- cuerpos aún vivos y con sueños, a su vez, los discursos de poder crearon ramas alternas como medios para lograr los fines que los no hegemonizados rehuían, y cierta noción de espiritualidad buscaba mantener su poder en la tierra y en las almas, todo lo que no era de ese color encontró la fuerza normalizadora de la acción-muerte y los civiles- esos otros que parecen no contar- se vieron en la mitad con necesidad de tomar algún partido, el que fuera, completo o incompleto.
Luego todo se hizo más tangible- ya había pasado el tiempo de las bombas-… ya no era algo que otros sintieran o narraran, ya era algo que yo vivía … cada noche el sonido de los fusiles era esperado, con los ojos puestos en el techo pensaba cómo esas balas no caían en mi cuerpo ni en el de mi mamá sino en el otros que también tenían madre y eran hijos, los días fueron como las noches y la violencia cada vez se mezclaba más con lo cotidiano hasta hacerse ley; en las noticias los discursos del terror y la justificación de la muerte de algunos eran cada vez más fuertes, una especie de euforia de aquellos que creen en la venganza y el odio se expandía por todo el espacio y hacía difícil la respiración, el corazón latía a su propio ritmo, sin embargo, cada instante se contraía un poco más, dejaba de soñar, dejaba de querer la vida, y se habitaba el dolor del miedo con imágenes que creaban un mundo donde ese dolor se detuviera ya fuera por una rayo de luz ya fuera por el cese de la respiración.
Un día los helicópteros llegaron desde la media noche, las armas de alto alcance sonaron desde entonces…. Y no se detuvieron fin… Escapamos entre sábanas blancas pidiendo que no nos fusilaran en la corrida, los cuerpos estaban sobre la calle, los militares en sus tanques miraban hacia las montañas y nosotros los mirábamos a ellos, pasamos el centro de salud… corrimos… había que ir a estudiar… Por qué… porque si no todo sentido de la vida quedaba en la muerte que no nos alcanzó. Los periodistas con sus cámaras contaban al resto de la ciudad los beneficios de la seguridad democrática, como todo ese esplendor de armas y fuerza le darían al orden su restauración y el poder quedaría en las manos adecuadas, y yo junto a esos miles de otros, solo podía pensar en lo universal de esos instantes, en el absurdo que era correr por la vida cuando ella dependía de otro igual a mí, cuando el cielo era negado y no podía haber más infierno que el presente. Esa noche no pudimos volver a casa, la guerra era las calles de Medellín…. En una aparente calma los días siguieron, el silencio era de tumba, los goles del rojo o del verde no se cantaban, el miedo esperaba que el golpe volviera a caer… Sin embargo, poder supo contener el ruido de los fusiles y lo convirtió en vacunas, barreras invisibles y desapariciones que aún siguen.
Los espacios se sucedieron, todo siguió entre discursos agresivos y despertares de conciencias… sin embargo… ya comprendía en primera persona el ser desplazado, el horror ante el otro que utiliza la fuerza, y solo podía pensar los horrores que otros en zona más alejadas vivían cada día mientras las ciudades iban con su vértigo propio y su omisión de lo que no se siente. Un día, como otros sin ninguna particularidad aparente, la noticia llegó a mí: Norman- tío, hermano, padre- había sido secuestrado… un vacío enorme se abrió, aquellos que amo perdieron la esperanza, odiaron a ratos, gritaron en otros, reflexionaron, lloraron, y …. Desaparecido durante once años no había un suelo que nos contuviera, de repente- tanto como su ida- una llamada de la Cruz Roja nos dice que el Frente ha dicho las coordenadas de dónde se encuentra el cuerpo… Y ustedes pueden participar en el rescate… Aunque en un regreso agridulce el mundo pudo volver a tener suelo bajo los pies, la esperanza que trae el diálogo se condenso en nuestro espacio y el sentido quiso volver a creer en un país diferente.
Así pues, hoy 26 de septiembre de 2016 que se firma la PAZ- con un grupo armado y con nosotros mismos-, todo lo vivido en singular toma un carácter amplio que nos abraza, ya que, más allá de mis experiencias particulares sé que millones más han sufrido y soñado con una tierra en la que no sea necesario llorar más, donde el perdón y la claridad sean bandera, que cree que la justo no es el golpe sino el aceptar que aquello que no tiene nombre es y se debe sanar desde las raíces que lo dejaron ser, también, comprendo las heridas profundas y los retos que este nuevo mundo nos trae, todos- en universal- tenemos responsabilidad en este nuevo mundo de la vida, así pues, esta será la mayor construcción colectiva de nuestro tiempo, ya que, no es algo que se quede en el símbolo de firmar, o en los actos, sino que, debe traspasar la barrera de lo simbólico y convertirse en forma de acción y comprensión, entonces, al decirnos SÍ los unos a los otros no delegamos ni juzgamos, todos somos víctimas y responsables, todos tenemos algo que decir, que construir, que sanar… Este día inmortal en la memoria y primero en el que respiramos con la vista puesta en nuestra propia fuerza de acción.

En honor a todas las víctimas directas de estos 52 años de enfrentamientos… Con un cariño profundo y muy especial a Norman Alzate Cano, Pedro Luís Valencia, Santiago Valencia, El Mono….



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