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Mostrando entradas de agosto, 2014
Monólogo de Hamlet Por William Shakespeare Traducido por Aída Fernanda Alzate Cano Ser o no ser , ese es el interrogante. Sin saber si es noble para el alma soportar los ataques y flechas de una terrible fortuna. O irse a las armas y así enfrentar un mar de problemas, Y al oponérseles ¿Acabarlos? Morir, dormir; nada más. Y al dormir quizás acabemos con el dolor y los miles de shocks naturales que la carne hereda. Esta es la consumación que todos, devotamente, deseamos. Morir, Dormir. Y al dormir, tal vez soñar. Ay, ese es el real dilema. ¿Porque en ese sueño de muerte qué sueños podrán llegar?. Cuando hayamos muerto debemos tener una pausa; Esa es la calamidad que hace respetable una vida tan larga. Pues, ¿Quién está dispuesto a cargar con la inetavilidad del tiempo: El opresor equivocado, el orgulloso insultado, el dolor de un amor frustrado, La ley injusta, la insolencia del deber ser, Y el paciente, pero inútil, mérito de aquel que
アメニモマケス゛ por: Kenji Miyasawa Traducción: Aída Fernanda Alzate Cano No ceder ante la lluvia, Tampoco ante el viento, No retroceder ante la nieve O el calor del verano. Con el cuerpo fuerte y Alejado del deseo, Nunca perder la calma, Y así cultivar una alegría serena. Cada día solo comer Cuatro tazas de arroz integral, miso y vegetales. Siempre anteponer al otro; Estar en disposición De observar, escuchar, comprender, Y ante todo, no olvidar. A la sombra del bosque de pinos En una pequeña choza vivir. Si al oriente se encuentra Un pequeño enfermo Acudir. Si al oeste se haya Una madre agobiada por el peso de su saco de arroz Ayudarla. Si al sur está una persona en su lecho de muerte Alentarlo para que no ceda ante el temor. Si en el norte hay disputas y querellas Hablarles para que no se desgasten En algo sin importancia real. Ante la sequía humedecer los ojos Con lágrimas de comprensión. Ante un duro verano
Habitamos Por Aída Fernanda Alzate Cano ¡Y cómo empezar sin un espacio para la existencia! Porque se hace evidente que sin espacio (sin vacío, sin la nada, sin la realidad exterior, sin nosotros mismos) no hay tiempo. Que desliz tan grande cuando me olvido del espacio para pensar sólo en mis recuerdos, en mis sensaciones, en fin, en mi tiempo. Las reflexiones anteriores me han llevado por el camino de asir el tiempo a la existencia, y de repente, como un rayo en el cielo claro, aparece él (o ella tantas discusiones sobre el género del lenguaje): figura que configura esa misma existencia que el tiempo con tanto ahínco intenta aprehender y determinar. Entonces las ideas sobre todo y nada , es decir, los pensamientos humanos se convierten en un crisol de las experiencias que éstos cuerpos vivimos y hacemos conscientes; porque ser y estar (dos verbos en español, uno en inglés, ¿Cuántos en árabe?) es espacial y no temporal, aquí el tiempo queda suspendido en el espacio que se