Cuerpo: poema en movimiento
Cuando
la reflexión recae sobre nuestro cuerpo- sobre nuestra mismidad- todo se torna
un poco transparente, un poco difícil de asir, ya que, no podemos acudir a
metáforas del afuera y nuestras reflexiones se ven retadas por la forma en la
cual vivimos, es decir, el nivel de coherencia entre aquello que pensamos y las
acciones de vida se pone en primer plano y el pensamiento, que por espacios se
considera alejado y frío, recuerda que pertenece a un espacio determinado por
la respiración, la sangre que corre, el latido del corazón y las contracciones
musculares, entonces, la imaginación se sabe cómo choques eléctricos y el
devenir de aprehensiones del mundo exterior, es así pues, que se delinea una
corporalidad que se asume por completo, con dimensiones múltiples y espacios
intrínsecos que construyen el todo que soy yo, entonces, lo unitario es pluralidad,
dialéctica que es existencia en movimiento.
¿Dónde me siento viva? Porque las sensaciones
de la existencia se convierten en la esencia misma de la acción de vida,
entonces, la habitación corporal carga con un índice de inmaterialidad que es
el que nos permite ser en el sentido
más amplio de la palabra, ya que, es a través de la conciencia de la sensación
que podemos afirmar que vivimos, que intuye a la energía y a los devenires, que
esto o aquello nos gusta, que hay cosas duras, que el chocolate sabe rico, que
alguien que quiero se encuentra hoy triste, que muy lejos alguien llora como yo,
que soñé con espacios posibles y sensaciones imposibles, que allá en los sueños
los abismos se acortan y las profundidades crecen, por lo tanto, nuestro espacio habitado es
cuerpo en movimiento constante que es consciente de las fibras del universo.
A
través de la danza y de la palabra mi yo
hace tangibles los infinitos choques eléctricos, sin embargo, en esta forma de
escribir se suaviza una poco la primera persona que exige este escrito, y me
pierdo en imágenes de lo que es,
pero, siento miedo de expresar de forma abierta y sin barreras, entonces, la
voz impersonal que brinda la reflexión se vuelve cortina y la poética del mí
misma se enreda en metáforas y espacios que, tal vez, quisieran ser escritos o
bailados con mayor fuerza y con colores en alta definición, sin embargo, no
tengo otra forma genuina de expresar-me en este presente, entonces, las metáforas
cargan con una verdad que envuelve mi universo, así pues, al danzar-escribir se
convierte en una vía- a modo si se quiere espiritual- para que la imaginación
pueda hacer tangible las dialécticas que en un presente continuo hacen que
existamos como unidad y como cada parte, como ser material e inmaterial, como
carne adolorida y espíritu con esperanza, como sueños y respiraciones.
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