Apartes del Manual de lucha
Antifascista
Enrique Buenaventura
Lo esperado llegó
Como sorpresa.
Lo que flotaba en el aire
Cayó sobre nosotros.
Lo que no nos atrevíamos a pensar
Nos entró por el ojo
Y nos salió por la nuca,
Sin que nos diéramos cuenta.
Con su guadaña en ristre la muerte
corre la tierra.
Veloz entre las espigas
Va tumbando lo que encuentra.
No existe la compasión,
Sólo cuenta la cosecha..
¿Con qué palabra disparar?
¿En general, qué responderle al
General?
¿Qué aplomada respuesta darle al plomo?
Y cuando la razón cae fusilada
¿Qué pensar?
No existe problema personal
Que no sea de todos,
Por eso, no existe solución personal
Que no sea una fuga.
…En busca de la ciudad perdida…
Por Aída Fernanda Alzate Cano
En las ráfagas
encontrábamos la muerte, escapábamos por las rendijas de imaginación que no nos
abandonaban. La oscuridad y la luz eran sus aliados… sin importar el tiempo, en
el espacio había rugidos, estallidos, gritos, helicópteros (tr-tr-tr-tr)- BlackHawks-,
millones de balas- metralletas. Mini-Uzi , bazucas, AK47,…-, uniformes
camuflados, bandos, sin bando, sangre y calles prohibidas, muerte- mucha muerte
en muchas más muertes-, los muertos, las torturas, noches de escucha profunda,
noches que nunca acababan… En las almas, en mi alma, se tejió una tela de araña
llamada miedo, miedo profundo, tangible, paralizante, más real que cualquier
otra realidad…
Sin
embargo una de las cualidades, que siempre me impresionarán más de los seres
humanos, es poder crear una estabilidad sobre un suelo que ya no existe… Cada
día ir a estudiar, trabajar, reír, conseguir pagar los servicios, preocuparse
por comer (la muerte acecha… aún así la barriga llama), buscar amor,
enamorarse, tener sexo, traer vida, pensar en el futuro, llorar, abrazar… Todo
en un continuo del tiempo que sobre pasa el espacio que lo abarca, entonces, el
instinto nos aleja de la muerte física, sin embargo, en el fondo (allá en el
fondo de todos los siglos) hemos muerto, ya no podemos sentir igual, algo de
nuestra humanidad se ha tornado fría, sin sensibilidad (se huye del sentir en
todas sus formas esenciales), algo se ha roto de manera irreparable…
El
tiempo nos engaña junto con el cambio de situaciones: un instante de paz acoge
la máscara de lo eterno, dos instantes de paz te dan alas para construir, tres
instantes de paz disuelven el temor, cuatro instantes de paz restauran la
confianza…PUM, BANG, CORRAN, ABAJO, TRATRATRATRATRA… en el quinto instante todo
se deshace y tratamos de cubrirnos con la esperanza, con un dios que no
abandona, con un espacio que siempre será paz; el instinto se pinta de
esperanza, los brazos se unen, las plegarias se elevan, sin embargo, ningún
dios baja nunca, siempre estamos solos a merced de esos otros que buscan un
control…¿No podrían, simplemente, comprarlo?, ¿Cuál control?, en mi casa hay
uno gris, uno azul, y uno negro, ¿No sirven?... Nos encontramos frente al
abismo del absurdo, ante el abismo esencial de todas las vidas, sin embargo, la
vida se aferra fuerte a nuestras fibras, entonces, lo absurdo abre espacio a
los sueños y las imágenes idílicas.
En
las comunas de Medellín nos encontramos plagados de sueños e imágenes idílicas…
las imágenes nos ayudan con la esperanza de una ciudad pujante, emprendedora,
innovadora, educada, sin embargo, por mucho que nos lo repitamos no parece
convertirse en una realidad, por más que intentemos asirnos a estas imágenes
(construidas con conciencia desde los entes estatales y políticos) nos
encontramos con actos que nos devuelven de la imagen a la representación, es
decir, de la máscara al ser.
Esta
tierra, este espacio, esta ciudad se consolida como la imagen colectiva de
nuestras creencias y esperanzas… Evitamos el absurdo colectivo e individual…
-¿Qué dices?, todo está muy bien, Excelente, ¿Encontraste el control?-
… y al evitarlo evitamos la realidad en sí misma, esa realidad construida por
todas y todos, sin embargo, todos somos dueños de cada dolor en alguna medida,
pero, como en todo: algunos cargan con el rojo, el sabor a sangre y el ruido,
otros con las ordenes y el aspecto lucrativo, otros cargan con la negación y la
indiferencia, y otros cargamos con el miedo y las cicatrices.
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